lunes, 18 de agosto de 2025

Pipas, de Esther L. Calderón

Pipas es el libro de la hija de Tinuca.

Conocí a Tinuca hace tres años. Compartimos tiempo y vivencias. Tinuca es una mujer fina, sencilla e inteligente. Un día, me enteré de que su hija es periodista en Madrid. Pero no le di mayor importancia. Hace unos meses, me dijo que esa misma hija había escrito un libro, pero tampoco le di mayor importancia. Mucha gente escribe libros, muchos tipos de libros (Quizás había también una punzada de envidia. La hija de Tinuca ha escrito un libro y yo no).

Pues resulta que el libro de la hija de Tinuca no es un libro cualquiera. Es el libro de Esther L. Calderón (el apellido de su madre): una escritora buenísima.

Siempre tengo distintos frutos secos en mi casa, menos pipas, porque, cuando empiezo a comerlas, no puedo parar. Pipas me atrapó y no podía dejar de pasar sus páginas. Crick crack. Leer Pipas me ha generado también la urgencia de escribir para contarlo.

Sin embargo, la novela tiene un ritmo pausado, que ayuda a ir en orden de una parte a otra. Porque, esa es una de sus claves, está muy bien construida.

Es un caramelo con relleno.

Una narración rellena.

De ensayo sociológico y filosófico.

Cuando la historia de la pandilla de Mada, (que se reunía en un banco de Maliaño, en la periferia de Santander, a comer pipas) ha cogido ritmo, se deslizan reflexiones sobre lo rural, la ciudad, la construcción de la clase media y del estado de bienestar. Los abuelos y los padres de esta primera generación nacida en democracia construyeron un sistema para que sus nietos e hijos pudieran trabajar sentaos. TodoLo estrenaron todo: las escuelas, los institutos, las becas, las universidades, los Erasmus... A través de la historia, en especial de sus abuelos, nos explica cómo estos trasladaron sus expectativas a la juventud venidera que, cuarenta años después, se encuentra con que la imagen que construyeron del futuro no se parece al presente."Se nos pidió que fuésemos otros sin dejar de ser los que éramos. De modo que así andamos ahora que se ha roto la burbuja de las imágenes. Estupefactos y con las manos hacia arriba, sin saber qué hacer con la pipa que se nos ha quedado en la garganta. Ansiosos y tristes. A vueltas con la cuestión de clase. Sorprendidos por el abismo que queda, al cabo de los años, entre nuestra imagen y la realidad."

Abundan las imágenes y sentencias brillantes sobre muchos y diversos temas a lo largo de sus páginas. Hay incluso un manual breve genial del arte de hacer entrevistas, y otro de feminismo. Porque otra clave del libro es la creación de un estilo propio. Maravilla la manera en que hila las ideas y las convierte en poesía. La manera en que suelta una hebra para recogerla líneas, páginas o capítulos después y cerrar el bordado. Es precioso el capítulo 21, "La vida de otra", y la idea de la crema de manos. La manera en que empatiza con cada personaje. La manera sutil en que afloran las emociones. Es un regalo para la sensibilidad y la inteligencia. 

Regalo. Sensibilidad. Inteligencia.

Estructura. Estilo. Sensibilidad. Historia.

La historia.

La historia de la Mada que se quiere ir, y que se va (con las latas de tomate frito y de espárragos unidas con cuerdas al trasero), pero no se va, y que vuelve. ¡Cosas pasadme!

La historia de un triángulo de amor con final amargo pero que se convierte en refugio.

La historia de una pandilla que comía pipas. "Cada uno comía pipas a su manera y hacía lo que podía. Estaba el carácter y estaban las circunstancias, y cada uno hacía lo que podía con lo que tenía y comía sus pipas junto con los otros."

La historia de la periferia.

La historia de muchas otras cosas que no puedo reflejar al completo en estas líneas.

La historia de quienes lo estrenaron todo.

Leedla. La historia. Toda.

Esther L. Calderón

Editorial Pepitas de calabaza

Entrevista en Ópera prima

Entrevista en Hoy por hoy