martes, 19 de febrero de 2013

Leer: obligar o no obligar, he ahí la cuestión (III)

Jesús, con gafas prestadas, leyendo un libro de la serie Lobito aprende a ser malo


Creo que obligar a los niños a leer hace que se alejen de la lectura. Entonces, ¿cómo conseguir que se acerquen si no quieren? Pues intentándolo una y otra vez de mil maneras, y, sobre todo, leyendo con ellos libros atractivos, como hacíamos de pequeños, pero presentándoselo como algo lúdico, un momento para compartir complicidad. Es muy importante crear la rutina de ir a la biblioteca, recorrerla, sacar mil libros, que los ojeen, que elijan los que más les gusten de mil tipos diferentes: naturaleza, animales, países, novelas, deporte, astronomía, teatro, poesía, humor, adivinanzas, tebeos...

Ojead tebeos con ellos para ver cuáles les pueden gustar más. A Jesús le encantan los de Los Pitufos, Astérix, Mortadelo y Filemón, Zipi y Zape, El guerrero del antifaz, Vámpir... Yo negocio con Jesús que si lee tebeos, tiene que alternar con otro tipo de libros.

Y, sobre todo, no obligar. Si vuestros hijos no quieren leer, es mejor priorizar un plan de atracción, y si lográis avances, entonces que lean, como me recomendaron en la Universidad de Padres, dos párrafos todos los días dos veces seguidas, sin interrumpirles ni corregirles hasta el final, y alabando lo que hacen bien. Pero me parece más importante atraerlos hacia la lectura que insistir en que lean bien.

Entiendo que si se lo mandan, tienen que hacer lo del cole, pero creo que esa es la razón por la que algunos niños no quieren leer, porque lo asocian con algo obligatorio.

Jesús devora libros y tebeos, pero agradezco que nunca le han mandado demasiadas obligaciones al respecto en el cole, o si le mandaban llevarse libros, no le obligaban a hacer ficha hasta segundo de Primaria. Estas Navidades, trajo un libro con una ficha. El primer sábado sacó seis libros de la biblioteca: tres cómics de los Pitufos y tres libros "serios", pues, a mitad de la semana siguiente, o antes, ya los había terminado, junto con un libro gordísimo (395 pág.) de El pequeño Nicolás que le traje yo del instituto, y que llevaba por la mitad. ¿Qué libro leyó el último y casi lo tuve que obligar? ¡El que se trajo del colegio! que tenía 38 páginas, letra enorme y muchísimos dibujos, y del que tenía que hacer ficha.

Yo misma, si tengo que leerme un libro por obligación (y creedme que he leído unos cuantos), no lo hago con el mismo entusiasmo, aunque me guste. Algo tiene lo obligatorio...

Jesús hace mejor las fichas este curso porque, en lugar de contar todo el argumento, se lo dividen en: 
protagonista, lugar, qué ocurre, cómo termina, y, por último, la opinión personal.

La siguiente reflexión sería para los docentes, cómo trabajar la lectura en clase. Lo dejaré para una futura entrada.

Entradas anteriores:
Lectura I
Lectura II

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estupendas reflexiones sobre la lectura tanto de los niños como de los adultos. Nosotros que seguimos de cerca a Jesús y Jaime nos damos cuenta de que sí que les gusta leer. Gracias. Conchita y Jose