sábado, 23 de marzo de 2013

Frases célebres de mis hijos (XIV)



Mientras hacen el mii (muñequito de la wii que representa al jugador) para su primo, les digo que se lo hagan muy guapo. Jaime contesta: “Sí, porque Rafael tiene una cara muy guapa, como la de los ángeles”.

Jesús, “Mamá, ¿se pueden tener moluscos en el cuerpo?” “Que yo sepa, no, salvo las ballenas” “Pues fulanita tiene moluscos en el brazo” “Serán hongos, cariño” “Pues ella dijo moluscos” (Y… sí, eran moluscos, cuidado con las piscinas…tienen mucha vida)

Jesús, oyendo la radio que está encendida antes de cenar: “Vaya, ya decía yo que no había oído hablar de la crisis en todo el día”.

Jesús, cuando me paso el cepillo de dientes por la lengua: “Mamá, ¿Por qué te ha dado una ahorcada?”

Jaime después de ver al bebé de unos amigos en Bilbao: en el coche de vuelta ya empezó a preguntar cuándo volvíamos. Le dije que su muñeco Opi se iba a poner celoso: "Quiero mucho a mis muñecos y a Mateo. Me gustaría que Mateo fuese uno de mis muñecos".

Jesús, quejándose porque no le había dado tiempo de hacer un experimento: “Claro, es que cuando termino los deberes,  tengo que ver Kun Fu Panda”

domingo, 3 de marzo de 2013

Marzo de 2013: estado de la cuestión

Playa de Comillas

Hoy hace dos años que empecé a encontrarme mal. En aquella época, cuando por fin me derivaron a un especialista, me dijeron, por otros casos que habían visto, que el proceso solía durar dos años, aunque no se volvía a recuperar la calidad de vida que tenías antes. También han llegado a mis oídos historias similares. Claro, que en Valdecilla, como no pueden hacer más, me han dado el alta, así que como hagan con todos los casos como conmigo, en realidad, no saben qué ocurre después.

El 28 de febrero se celebra el Día Mundial de las Enfermedades Raras. Cuando oigo y veo la expresión enfermedades raras, me cuesta incluirme en el grupo, no sé si porque no me considero tan grave como algunos casos o porque me resisto a aceptar que tengo una.

Al recordar detalles concretos de hace un año o dos (mareos, náuseas, sueños interminables, pérdida de peso...), esas etapas parecen superadas, pero mi cuerpo sigue sin "chutar"... Me canso menos y que me repongo antes, pero me sigo cansando y sigo sin poder hacer esfuerzos: excursiones, bailar, nadar, subir escaleras y cuestas... cualquier tarea que requiera una actividad o resistencia física, o varias seguidas. Aun así, me gustaría contar lo que he avanzado, y lo que he descubierto en este tiempo por si mi experiencia sirve de ayuda a alguien.

Lo fundamental es controlar la actividad: intentar que sea siempre más o menos la misma, ni demasiada, ni demasiado poca (cuando estoy varias horas inmovilizada siento el mismo agotamiento en las piernas que cuando hago un esfuerzo); sobre todo, respetar los descansos, y controlar el estrés. Cosas que creo que a mí me han ayudado:
  • La adaptación en el trabajo. Este curso estoy trabajando gracias a que me concedieron una comisión de servicios en otro centro. No me tengo que desplazar fuera de la ciudad, tengo sólo dos grupos con pocos alumnos, no cambio de aula ni cargo con pesos, y, además, pedí una reducción de jornada de un tercio de mi horario. Cuando llego a casa, esté cansada o no, me tumbo un rato. Después de comer, también.
  • Cambiar hábitos: la noche antes me ducho, preparo mi ropa y la de los niños, los tentempiés, todo lo del desayuno, no veo nada de tele, me intento acostar pronto... Por la mañana, me levanto a las siete (salgo de casa a las ocho y diez más o menos): hago diez minutos de meditación, desayuno (hay días que me hago un huevo revuelto), me arreglo, me pinto (me he obligado desde que volví a trabajar; antes, no podía porque estaba demasiado cansada, pero ahora me deprime verme las ojeras hasta la nuca), despierto a los niños...
  • La alimentación. Lo más importante: incluir proteínas y vitamina C en TODAS las comidas, porque, como explica Ana Mª Lajusticia, no se almacenan en nuestro cuerpo, por lo que si llevas horas sin ingerirlas, se cogen las reservas de los huesos. Tomo un complemento de magnesio, además de alga spirulina porque tiene proteínas que van directamente al músculo. A media mañana, suelo comer frutos secos y chocolate de 70%. Tomo almendras crudas con piel porque siempre he padecido de cefaleas tensionales; hace muchos años, me lo recomendaron porque se supone que la almendra cruda libera "no sé qué sustancia" que combate el dolor. El año pasado, cuando me obligaron a volver a trabajar, se me cronificaron las migrañas, y la neuróloga me puso un tratamiento; estoy mejor, y ya lo he dejado, pero me sigue doliendo de vez en cuando, así que retomé las almendras para evitar los analgésicos (la vez anterior tomaba mucho paracetamol; la neuróloga me explicó que el cuerpo se acostumbra, y te lo pide a través del dolor de cabeza, como el hambre) El otro día, he descubierto que el rooibos tiene magnesio y vitamina C, y yo suelo beberlo.
  • El ejercicio controlado. Voy dos días a la semana a un estudio de pilates con una monitora que me programa ejercicios personalizados. Los hago en una plataforma vibratoria que te trabaja los músculos sin necesidad de tanto esfuerzo. En varias ocasiones, como iba respondiendo bien, la monitora ha aumentado la exigencia, pero, mi cuerpo se ha resentido, y hemos tenido que volver a empezar desde cero. Noto que me viene muy bien, pero que no puedo llegar a hacer lo que una persona "normal".
  • La meditación, que me ayuda a aceptar, a controlar el estrés y, en consecuencia, el sistema inmunológico.