lunes, 20 de febrero de 2023

Middlesex, de Jeffrey Eugenides

      Acabo de terminar este libro que descubrí por recomendación de Amaya Ascunce hace tiempo.

    Me ha sorprendido muchísimo su temática tan de actualidad, tan moderna; sin embargo, la historia se ambienta en el siglo pasado. En concreto, el/la protagonista nació en 1960 (como el autor), y descubrió su verdadera identidad en 1974. El libro se publicó en 2002. Su escritor (Las vírgenes suicidas) obtuvo el premio Pulitzer 2003 por esta novela.

    La escritura es brillante, lo cual me hace valorar el trabajo del traductor (Benito Gómez Ibáñez) para preservar el texto original. Hay tanto donde escoger entre las casi 700 páginas del libro, que es imposible abarcarlo todo. La tensión narrativa se entreteje con las emociones, las esperanzas y las posteriores frustraciones de los numerosos personajes que desfilan por sus páginas. La excusa del drama de alguien a quien se privó de su verdadera identidad sexual, y a quien estuvieron a punto de mutilar. es una parte pequeña del libro, que, a la vez, sobrevuela todas sus páginas para acabar sobrecogiéndonos en los últimos capítulos. Conocemos el final no sólo de la historia del personaje, sino de la historia de su pueblo y de su familia que empezó varias generaciones atrás:

"No tenía la edad necesaria para comprender que la vida no remite a una persona al futuro, sino al pasado, a la infancia, al tiempo anterior a su nacimientos y, finalmente, a la comunicación con los muertos. Al envejecer, cuesta trabajo subir las escaleras, entra uno en el cuerpo de su padre. Desde ahí sólo hay un breve salto hasta los abuelos y entonces, antes de que uno se dé cuenta, se empieza a viajar en el tiempo. En esta vida crecemos hacia atrás."    

    Calíope Stephanides, en los libros primero y segundo de la novela, se remonta a sus abuelos griegos que llegaron a Detroit como emigrantes (huyendo de la invasión turca en 1922). En el tercero, narrará la historia de sus padres, junto con su infancia y adolescencia. El libro cuarto se centra en su descubrimiento personal. De esta forma, refleja también la evolución de la sociedad de Estados Unidos a lo largo de esas décadas.

    Los antecedentes  importan porque son los responsables de la mutación genética ligada al quinto cromosoma del protagonista, a consecuencia de la consanguinidad de su familia a lo largo de varias generaciones desde el siglo XIX. Pero, como en muchas grandes novelas, el resultado literario supera al propósito del autor.

    La historia de sus abuelos Desdémona y Lefty constituye por sí misma un libro completo. La influencia de la cultura helénica deja una huella muy personal en el estilo de la obra. Este libro primero y segundo son apasionantes. Los personajes están a medio camino entre un mundo mágico, casi épico, y la realidad más prosaica de sus difíciles vidas. Desde el recuerdo y el cariño, fruto de la convivencia con ellos en su infancia, ha recreado las vidas de sus abuelos, construyendo dos grandísimos personajes literarios. Lefty es un joven locamente enamorado, que años más tarde sufrirá el distanciamiento de su mujer sin entenderlo; reanudará antiguos vicios, para luego convertirse en un abuelo adorable (papú), cómplice mudo de su nieta. En sus últimos días, vivirá un retroceso a lo Benjamin Button. Por su parte, la yiayiá, Desdémona, se adueña del libro con su grandeza. Su neurosis y su terquedad crean un personaje legendario. Fue la Casandra que leyó el futuro de Cal con una cuchara. Ella cerrará la historia en un emotivo episodio entre ambos. Una gran revelación, que la abuela había guardado en secreto hasta entonces, dará pie a la gestación de la novela.

    A través de las vicisitudes de este matrimonio, se da a conocer la historia de los gusanos y de la ruta de la seda, la invasión turca de parte de Grecia o el viaje de los migrantes a Estados Unidos y su llegada a la isla de Ellis. La industrialización de la gran ciudad de Detroit deja un pasaje magistral (pág. 128 a 130) que viene a ser el equivalente literario a Tiempos modernos de Charles Chaplin. Se trata de la descripción de una cadena de montaje en la fábrica del mismísimo Henry Ford. Asimismo cobran protagonismo la ley seca que dio de comer a esta familia durante años, y los disturbios raciales de Detroit de 1967; además de las distintas guerras en que participó el país, a las que estuvieron vinculados Milton, y Capítulo Once, padre y hermano del protagonista respectivamente.

    La experiencia traumática en la clínica de trastornos sexuales e identidad sexual del doctor Peter Luce (personaje real) es especialmente dramática, aunque no se recrea en el morbo. Calíope es expuesta ante los especialistas que hablan de ella como si no estuviera presente; es objeto de valoraciones y decisiones que no la tienen en cuenta en ningún momento. Va y viene de una ciudad a otra, de una consulta a otra, sin que nadie le comunique qué le ocurre. Duele imaginarla, en la más absoluta soledad, mientras lee la definición de hermafrodita del Diccionario Webster's en la Sala de Lectura de la Biblioteca Central de Nueva York:

"Monstruo. Seguía allí. No se había movido. Y no lo leía en la pared del cubículo de los viejos servicios. El sinónimo era una palabra autorizada, oficial: el veredicto que la cultura daba a una persona como ella. Monstruo. Eso era ella. Era lo que el doctor Luce y sus colegas habían estado diciendo. Explicaba muchas cosas. Explicaba el llanto de su madre en la habitación de al lado. Explicaba la falsa alegría en la voz de Milton (su padre)."

    El doctor Luce decide sobre su anatomía, sobre su sexualidad, sobre su futuro, e incluso sobe su felicidad, por ella y por sus padres, en una llamativa reflexión sobre la educación en los estereotipos de género:

"[...] siguió una línea de desarrollo fundamentalmente femenina. Sobre todo en lo que se refiere a los genitales externos. Eso, asociado a su educación en sentido femenino, ha tenido por consecuencia que, además de parecerlo, piensa y actúa como una chica. [...] La cirugía hará que Callie tenga exactamente el aspecto de la chica que considera ser. En realidad, será esa chica. Su aspecto exterior corresponderá con su aspecto interior. Será una chica completamente normal. Nadie notará nada. Y entonces Callie podrá disfrutar de la vida."

"[...] el placer sexual sólo es un factor entre los muchos que constituyen una vida feliz. Poseer los atributos necesarios para casarse y pasar por una mujer normal en la sociedad también son objetivos importantes"

     Lo cual lleva a Callie a una genial conclusión sobre la normalidad:

"Me había equivocado con Luce. Yo contaba con que, después de hablar conmigo, decidiría que era normal y me dejaría en paz. Pero empezaba a entender algo de la normalidad. La normalidad no era normal. No podía serlo. Si la normalidad fuese normal, nadie se preocuparía de ella. Pero la gente tiene dudas sobre la normalidad, y sobre todo los médicos, que no estaban seguros de que se manifestara como era debido. De modo que se sentían inclinados a corregirla." 

    A pesar de su vulnerable juventud, es capaz de investigar qué le ocurre realmente (gracias a sus estudios de Latín) y tomar una difícil decisión a espaldas del mundo adulto que debería protegerla. Así nos cuenta la transición de un sexo a otro; simbólica y físicamente, acaba con su larga melena que se había negado a cortar, (al igual que su abuela, aunque por motivos diferentes): 

"Cerré los ojos. Me negué a seguir manteniendo la mirada de Calíope. [...] Abrí los ojos. Y en el espejo no estaba yo. Había desaparecido la Mona Lisa de sonrisa enigmática. Ya no era la chica tímida con el enredado pelo negro sobre la cara, sino su falso hermano gemelo." 

    A la adolescente que había ocultado su rostro durante años, le sobraban motivos para vivir una crisis de identidad sin precedentes. De esta manera, muere Calíope y nace Cal, pero ambos conviven en su interior y es sin duda lo que constituye esta sensibilidad tan singular.

    Caí en la trampa del juego cervantino de los espejos y de las cajas chinas, y no fui consciente hasta que terminé el libro y me puse a investigar, de que no está basado en la experiencia del autor.  Es una lectura que invita a la re lectura. Al terminar de acompañar a Callie hasta el final, quieres volver a sus inicios para comprenderla mejor. Cal nos escribe desde la edad adulta, pero es fiel al tono que requiere cada pasaje de su vida y las de sus seres queridos; aporta detalles de cuya importancia no somos conscientes en el momento, por lo que logra mantener el suspense. Es más, aunque en mi reseña revelo datos trascendentales de la historia, esta información no sustituye en absoluto a la emoción de su lectura que te hace deslizar página tras página sin apenas darte cuenta de que has devorado la mitad, de que has llegado al final y te tienes que despedir de Callie, de Des, de Lefty, de Tessie, de Milton, de Lina, de Zo...  hasta de Capítulo Once. A Jimmy Zizmo, no lo echaré de menos.


Por si quieres saber más:

  • Libro con que contiene el diario de Herculine Barbin, personaje real del siglo XIX en que se inspiró el autor.
  • Reseña en vídeo que aporta más información: