jueves, 10 de noviembre de 2016

Si no soy yo, ¿quién?



No hay día que pase sin preguntarme qué le ocurre a este mundo nuestro que permite que miles de seres humanos perezcan en las puertas de Europa sin hacer absolutamente nada.

Mientras pensamos que no va con nosotros, que no pueden entrar todos, que ya tenemos bastantes problemas internos, que es peligroso, que lo tienen que hacer otros... hay PERSONAS que, a diario, sufren y pierden sus vidas. Sólo en 48 horas, el mes pasado, entre el 3 y el 4 de octubre, Italia rescató a 11000 personas de las aguas del Mediterráneo.

Con excusas y e indiferencia, no es posible hallar solución al "problema"; tampoco esperando a que lo resuelvan quienes lo tienen que resolver.

Hace poco leía este artículo a propósito del problema que tiene un chico de Camerún a quien el Gobierno de Cantabria está tratando como un número en una lista sin ver la historia que hay detrás. Ante la indiferencia de personas que ignoran a este ser humano, el autor reflexionaba: "Quizás  tienen la mirada tan domesticada que ni siquiera lo vieron. Quizás un día lo vieron, pero poco a poco lo fueron perdiendo de vista y, a día de hoy, se escandalicen si se les acusa de no ver esa parte del cuadro que nos humaniza, que aún nos permite rebelarnos contra las injusticias."

Miremos el cuadro completo y no nos quedemos al margen. Es nuestra responsabilidad como seres humanos. Cuando en el futuro alguien pregunte cómo se pudo consentir esta catástrofe humanitaria, recuerda que tú formas parte de este momento histórico. Los civiles, durante la invasión nazi, pudieron elegir entre el conformismo y el inconformismo. Gracias a los segundos, se salvaron muchos judíos. ¿En qué lado elegimos estar? El inmovilismo también es una forma de elección.

Esta semana, veía con mis alumnos el maravilloso discurso de Emma Watson ante la ONU, como embajadora de las mujeres. Ella planteaba la siguiente reflexión: "Si no soy yo... ¿quién? Si no es ahora... ¿cuándo?" Y citaba al estadista Edmund Burke:

Todo lo que se necesita para que las fuerzas del mal triunfen es que los hombres y mujeres buenos no hagan nada.

Cuando se nos presenten oportunidades de actuar ante las injusticias, recordemos que nuestra labor es tan importante como la de cualquiera. Es más, si no nos salen al paso, busquemos oportunidades de dar voz y visibilidad a los que no tienen los medios, para que no caigan en el olvido.

Ayer mismo, nos hemos levantado sorprendidos y asustados ante los resultados de las últimas elecciones en EEUU, que nadie esperaba. Hace unos meses, ocurrió lo mismo con el Brexit. La extrema derecha va avanzando posiciones en países europeos. ¿Vamos a esperar sentados contemplando el panorama, hasta que no haya vuelta atrás? Por favor, pensemos seriamente qué podemos hacer cada uno. Por muy poco que sea, el océano estaría incompleto sin esa gota. Gandhi decía algo parecido a Edmund Burke:

  Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena. 

Termino con otro fragmento del artículo de El Faradio:

"Quizás haya quien piense que Samuel K solo es el personaje de una novela de Kafka, que existe tan solo en la literatura. Quizás no conozcan a Samuel K, porque aunque le tienen cara a cara no le ven. Les separa tantas excusas y justificaciones que hacen de Samuel K el culpable de estrellarse contra el suelo, de venir aquí buscando una tierra de acogida, de huir del dolor y la guerra, de la miseria o la persecución. De creerse palabras como derechos humanos, democracia o ese “bienvenidos” cosido a las lenguas de doble filo, esas que dicen una cosa pero hacen otra. De creer que aquí le darían esa oportunidad que otros le negaron. De pensar que iba a ser tratado como un ser humano y no como una mercancía, como otro número, como una pieza defectuosa y por eso desechada sin más en un “proceso” que ni siquiera es Kafkiano, sino inhumano."