Las misma preciosa tarde que grabé el canto de las olas, recogí también el canto de los pájaros bajo la silueta del árbol de la foto superior.
En Cantabria, las nubes, el frío y la lluvia han propiciado un largo invierno que ha acabado devorando a la primavera. Aun así, ella ha hecho su trabajo. Las yemas que apreciamos en la foto inferior han crecido hasta convertirse en hojas frondosas.
Se trata del mismo árbol, con dos meses de diferencia entre ambas imágenes. Seré una ingenua, pero la naturaleza nunca deja de sorprenderme.