miércoles, 10 de agosto de 2022

Una meditación

 12 de enero de 2020


Delante de la chimenea. El sol que entra por la ventana me da en la cara.

Sentada sobre un taburete bajo, tapada con una manta.

Recta. La espalda se estira. La columna tira de la musculatura. La cabeza crece hacia el techo. La postura me ayuda a sentirme mejor, más estable, me envía un mensaje de serenidad.

Soy yo en el espacio, tomando consciencia de mi cuerpo y del espacio.

Respiro. Mi abdomen se mueve. Las inhalaciones masajean mi diafragma. Las exhalaciones alivian y sueltan.

Pensamientos, ruidos, interrupciones, tareas pendientes... me acechan, tiran de mi mente.

Respiro, me sirve de ancla. Meditar es mi ancla con la estabilidad.


viernes, 5 de agosto de 2022

¿Por qué me gusta This is us?


Hace tiempo, escuché por primera vez a Amaya Ascunce hablar de esta serie en un podcast de Cristina Mitre. Decía que en un episodio pasaba de la risa al llanto a partes iguales. Me interesó.

Dejo bien claro que es una serie con una buena dosis de ñoñería o sensiblería que a mucha gente le puede "tirar pa'tras", y que, evidentemente, es ficción.

Otro factor a tener en cuenta: no te puedes fiar de los primeros capítulos. La serie se construye a medida que van pasando episodios y temporadas. Para mi gusto, las cuatro primeras son las mejores, una historia redonda; la quinta y la sexta temporadas creo que son un estiramiento del éxito de las anteriores (aunque no dejan de tener capítulos y momentos maravillosos).

El ingrediente que más me atrae es, sin duda, el emocional. Se abordan las emociones de cada personaje a lo largo de su vida, y se ve cómo condicionan las relaciones con el resto de la familia, y viceversa. En cada episodio, suele haber dos o tres zonas temporales, incluso a veces cuatro, con un hilo temático o de argumento que las vertebra. Sin duda, la manera en que se entreteje la trama es el ingrediente que te atrapa de un capítulo a otro. El guion da  giros totalmente inesperados entre capítulos, entre temporadas, o, dentro del mismo episodio. Los guionistas van soltando miguitas (aparentemente sin importancia) que van recogiendo tiempo después y revelando que aquel detalle insignificante era crucial.

Es sorprendente ver la caracterización de cada actor desde el inicio de la vida adulta hasta la madurez, así como el asombroso parecido entre los actores que representan a los tres hermanos Pearson en las distintas etapas de su infancia, adolescencia y juventud.

La serie es la vida (como dice el cartel, "This is real"). Crea un universo en el que estoy a gusto. Es una serie en la que me siento segura porque sé  que todos los conflictos se acaban resolviendo aunque no sea siempre de la "mejor" manera. Vives emociones y situaciones a través de sus personajes, los acompañas en sus problemas y en sus caminos personales (cada uno muy duro) como si fueran algo tuyo, como si una parte de ti lo estuviera viviendo y superando también.

Toca todos los problemas posibles de la vida actual (incluida la pandemia) y del ser humano: las adicciones, la obesidad, la ansiedad, el duelo, la diversidad sexual, el racismo... por nombrar algunos. Y todos, para mi gusto, con gran sensibilidad, profundidad y acierto. Pero el que sobrevuela por encima de todos es el de las relaciones personales: en la pareja, con el padre (con el otro), con la madre (con la otra), con un hermano, con el otro, con la otra, con un hijo, con el otro, con la otra... Y la más importante: de cada personaje consigo mismo: con sus luces, y con todas y cada una de sus sombras.

Mi personaje preferido es Beth. Por su belleza, su elegancia y su preciosa sonrisa. También, por su sensibilidad, su humanidad, su vulnerabilidad, su fuerza, su cariño y su sentido del humor. La complicidad que establece con William (el padre biológico de su marido) nos regala alguno los momentos más bonitos de la serie. La pareja que forma con Randall (al igual que la de Rebecca y Jack) está basada en el respeto, la comunicación y la confianza. Es un amor incondicional que soporta los embistes de la vida.

Como decía, con cada personaje aprendes una lección, pero hay uno que me parece especialmente bien construido en este sentido: Kate, la chica de los "súper tres". Puede que sea el que más evoluciona desde la infancia. La razón por la que también me parece todo un acierto es la estética de la actriz, que  rompe los estereotipos a los que estamos acostumbrados en personajes protagonistas. Con lo cual, se demuestra que se puede tener éxito con personajes que se alejan de los cánones de una sociedad que encasilla a las personas en una belleza convencional. Vemos a Kate pasar de ser una niña dulce, alegre y feliz, a sentirse discriminada por su peso  y empezar a tener miedos. Así, llega a una adolescencia y juventud complicadas que la convierten en huraña. Luego, en la edad adulta, la vemos crecer también sufriendo un proceso de trasformación enorme que la llevará a convertirse en la mariposa que estaba destinada a ser.

Me comentaba una amiga a quien también le encanta la serie, que los personajes no dejan de evolucionar. A través de ellos, te das cuenta de cómo evolucionas tú y lo que aún puedes hacer. Es un serie que te reconcilia con el ser humano. A pesar de las muchas dosis de drama, te deja buen sabor de boca. Ver This is us es volver al hogar.

Disponible en Amazon Prime Video, Movistar, y RTVE Play (creo que la primera temporada de momento).

miércoles, 27 de julio de 2022

Abrazar las emociones

    Abrazar, transitar, surfear las emociones... son términos que se usan para gestionar la ansiedad, la tristeza o el miedo.

Soledad Voulgaris
   
    ¿Cómo se hace? A continuación, comparto recursos que a mí me ayudan.

  Las emociones no se pueden elegir. Podemos elegir qué hacemos con ellas; buscar los pensamientos que las producen, y cambiarlos; darnos tiempo para responder en vez de reaccionar; pero no podemos elegir la emoción que un hecho o un pensamiento nos producen porque es algo automático del cerebro. Entender esto nos descarga de "culpa" ante emociones "desagradables" y nos invita a ser responsables de ellas, es decir a aceptarlas.

   Dicho de otra manera, abrazar o aceptar es lo mismo que no resistirse a la emoción. Primero, ayuda mucho identificar cuál es y ponerle nombre. Escuchar qué nos dice, localizar dónde se siente, y mandar aire a esa zona con la respiración. Yo la verbalizo y respiro. También se puede decir algo del tipo "Siento miedo. Así está bien. Le hago espacio. Yo no soy mi miedo". Visualiza que estás en el mar y en vez de resistirte a las olas, te dejas llevar por ellas a la vez que respiras.

    Otro recurso es escribir. Comprar una libreta bonita y escribir todo lo que viene a la cabeza. Esto me dijo una amiga muy sabia cuando compré mi cuaderno: "El más bonito que encuentres. Es importante para que lo que salga después del proceso de escritura también sea bonito."

    María Esclapez explica en Me quiero, te quiero que hay tres niveles de expresión: pensar, hablar y escribir. El último es un nivel de conciencia superior. Se necesita gastar más energía y recursos cognitivos. Hace que lo pensado y sentido pueda entenderse mejor, no solamente por lo que conlleva expresarlo y plasmarlo, sino por la impresión que nos invade a golpe de vista, una vez que lo hemos reflejado todo. Y un nivel aún superior es dibujar. A mí también me ha ayudado este libro de cómo dibujar mapas mentales que escuché recomendado en el podcast De piel a cabeza. Voy escribiendo palabras que me vienen a la cabeza ese día, haciendo ramificaciones y acompañándolo de dibujos (esquemáticos porque yo no sé dibujar, y aun así, me cuesta) y colores.

    En la película Inside out, Alegría no dejaba que Tristeza tomara el poder en el cerebro de la protagonista, pero ella no recuperó lo que había perdido hasta que actuó Tristeza. Y fue posible porque se dio permiso para abrazar esa emoción.

    A veces, hay que hacer la plancha: dejarse estar, no hundirse más en el pozo, pero, no luchar contra la emoción. Si estás triste, pues ese día o ese rato, quizás toca estar triste, bajar el ritmo, no exigirse, darse permiso. Yo me escribí algo en una carta a mi niña interior: "Me doy permiso para enfadarme y estar triste. Sé que no me dejaron. Yo me dejo. Estoy a mi lado. Me apoyo y me quedo conmigo hasta que esté mejor. Me doy tiempo." Se puede formular en segunda persona también, como le llegue mejor a cada uno. "Me importa mi dolor. Me importan mi sentimientos. Me cojo en brazos. Me agarro de la mano. Me quedo conmigo. Me sostengo."

    Es angustioso no poder controlar la ansiedad. Los ansiolíticos y los antidepresivos (bajo supervisión médica siempre) ayudan a dormir y a no sentir ese descontrol que es muy desagradable y limitante. Pero, a la vez, es importante escuchar qué nos dice la ansiedad y aprender recursos para cuando vuelva y que no te desborde.

  El año pasado, fui a una psicóloga que practica EMDR, que es una técnica que se usa con el shock postraumático. No creía nada mientras lo hacía, pero, al día siguiente, me había desaparecido la angustia. Me contó mi hermana que ella conoce a una profesional que la usó con niños soldado y, al poco tiempo de empezar la terapia, dejaron de hacerse pis en la cama y de tener pesadillas. 

    Consiste en conectar los hemisferios cerebrales mediante el estímulo del tacto, de la vista o del oído. Yo creo que es lo que hace la técnica del tapping, como el abrazo de la mariposa, al dar golpes en cada lado del cuerpo. O la música 8D que se usa con auriculares, y la respiración alterna del yoga.

    De todas formas, está bien llorar en el trabajo, está bien llorar delante de nuestras hijas e hijos (y, por lo visto, se libera cortisol, la hormona del estrés). Hay que normalizar que somos seres humanos que sufrimos y a veces no podemos con todo. Desde la pandemia, se habla mucho de salud mental. Por eso, hay personajes públicos que están compartiendo sus experiencias y exponiendo sus historias personales.

    Hablemos de emociones; hablemos de tristeza, de miedo, de ansiedad... hablemos de salud mental. En general, pero también de la nuestra. No nos escondamos más. Guardar "la mierda" debajo de la alfombra sólo hace que se acumule y que tropecemos.

    Aprovecho para recomendar a otra psicóloga en Instagram que me encanta: lapsicologajaputa (lo siento, se llama así, jeje).

jueves, 21 de julio de 2022

Me quiero, te quiero. Una guía para desarrollar relaciones sanas (Y mejorar las que ya tienes) de María Esclapez.

    


    Tanto que se habla de la necesidad de una educación sexual y afectiva en las escuelas, este libro sería una buena lectura para enseñar a tener relaciones sanas, y no sólo a la adolescencia y a la juventud.   

    Se trata de un manual para identificar y modificar relaciones tóxicas o de dependencia emocional. Empieza hablando de las fases del amor, y de los mitos del amor romántico, para luego estudiar los síntomas de la dependencia emocional, y cómo detectar los abusos emocionales. Tiene un capítulo dedicado a los celos (que son una emoción, no hay personas celosas) y otro, a las personas “narcisistas versus empáticas”. También analiza las rupturas dependientes y sus trampas. Explica cómo llevarlas a cabo correctamente para no caer en un círculo vicioso; la suma de pequeños estímulos con los que se van subiendo escalones conduce a un punto de no retorno (por el secuestro emocional de la amígdala).

    Uno de los últimos capítulos habla de los estilos de apego: cómo se generan, cómo se manifiestan y cómo pueden cambiar a lo largo de la vida. Es especialmente interesante el análisis que hace de la combinación de evasivo-evitativo con ansioso, muy relevante para las relaciones dependientes. Muestra la evolución de cómo  manejan los conflictos estas parejas hasta que llegan a la lucha de poder, dinámica que es muy difícil de romper.

    La lectura se hace muy interesante y amena. En el libro, abundan los ejemplos (empezando por su experiencia personal), los ejercicios o pautas, los análisis de conversaciones de WhatsApp (que le dieron un impulso en redes), los gráficos o esquemas, o conceptos importantes como la “ley del hielo”, el gaslighting, los límites, o la lista de mínimos exigibles en una relación de pareja.

    En su perfil de Instagram, pone a disposición de todo el público infografías con muchas de estas  y otras reflexiones (y sus famosas conversaciones de WhatsApp). Por ejemplo, estas publicaciones sobre la autoestima: 

Cosas que disminuyen la autoestima

Lo que realmente es tener baja autoestima


Asimismo, podemos escucharla en este capítulo del proyecto de Aprendemos juntos:


V. Completa. La importancia de saber decir: "Me quiero, te quiero". María Esclapez, psicóloga


También ha elaborado esta guía para trabajar el contenido del libro con adolescentes.


Este es su Instagram: María Esclapez



domingo, 26 de junio de 2022

La clave: volver a levantarse

"Lo más importante no es no haberse caído nunca, sino levantarse después de cada caída."

Suena a tópico, pero es así. No hay un secreto de la felicidad. No hay una fórmula que se aprenda y que garantice el bienestar permanente. Por supuesto, hay muchas enseñanzas valiosas, pero lo más importante es encontrar las que sirven a cada persona, y tenerlas presentes cuando vengan "mal dadas". Lo más importante es volver a intentarlo aunque se haya caído de nuevo en los errores que se querían evitar. Si se cae: se acepta, te das permiso para el error, te perdonas, lo dejas ir y lo intentas de nuevo. Las veces que haga falta.

Ocurre a menudo que se lee un libro, una frase, se hace un curso, se escucha una charla que abre los ojos, que señala el camino con claridad, pero, luego, se vuelve a la rutina, baja el entusiasmo y se olvida.

O se empieza a practicar y, al primer momento flojo, se cree que no funciona, por lo que se regresa a las antiguas costumbres, a los antiguos surcos del cerebro sin haber dado tiempo a crear los nuevos. Entonces, se extrae la conclusión de que esos cambios no son para ti, que no funcionan contigo, se tira la toalla y se desconfía de cualquier enseñanza porque "no sirvió de nada" en el pasado.

Los cambios de hábitos, o su nueva adquisición, requieren tiempo y esfuerzo. Si se quiere mejorar la autoestima, se tiene que cuidar cada día, un día tras otro, poniendo mucha atención a las caídas y a los momentos de baja forma. Transitarlos, darles espacio, y, al mismo tiempo, recordar que un día o un momento bajos son pasajeros, y confiar en que habrá nuevas oportunidades de volver a intentarlo.

Si se quieren combatir los pensamientos dañinos, hay que trabajarlos: identificarlos, buscar estrategias para ponerlos a raya, cambiarlos por otros que sean constructivos. Requiere consciencia y cierta disciplina.

El problema no está en el método, ni en la persona. No hay fallo: hay oportunidades. Vuelve a intentarlo cada vez que surjan.

Esto en cuanto al trabajo personal se refiere, aquel que depende única y exclusivamente de uno mismo. Pero, en situaciones de convivencia que implican a terceras personas, igual de importante es saber cuándo decir basta. Se han dado muchas oportunidades que no dependen de una o de uno mismo, y no han funcionado. Entonces, la clave quizás no sea volver a intentarlo, sino dejar de intentarlo con esa persona, cambiar de estrategia porque está claro que esa no ha funcionado. Que se intentó muchas veces y es hora de probar algo diferente que aún no se hizo.

Tampoco es fácil. Hay que tener los límites muy claros y darte prioridad.