miércoles, 27 de julio de 2022

Abrazar las emociones

    Abrazar, transitar, surfear las emociones... son términos que se usan para gestionar la ansiedad, la tristeza o el miedo.

Soledad Voulgaris
   
    ¿Cómo se hace? A continuación, comparto recursos que a mí me ayudan.

  Las emociones no se pueden elegir. Podemos elegir qué hacemos con ellas; buscar los pensamientos que las producen, y cambiarlos; darnos tiempo para responder en vez de reaccionar; pero no podemos elegir la emoción que un hecho o un pensamiento nos producen porque es algo automático del cerebro. Entender esto nos descarga de "culpa" ante emociones "desagradables" y nos invita a ser responsables de ellas, es decir a aceptarlas.

   Dicho de otra manera, abrazar o aceptar es lo mismo que no resistirse a la emoción. Primero, ayuda mucho identificar cuál es y ponerle nombre. Escuchar qué nos dice, localizar dónde se siente, y mandar aire a esa zona con la respiración. Yo la verbalizo y respiro. También se puede decir algo del tipo "Siento miedo. Así está bien. Le hago espacio. Yo no soy mi miedo". Visualiza que estás en el mar y en vez de resistirte a las olas, te dejas llevar por ellas a la vez que respiras.

    Otro recurso es escribir. Comprar una libreta bonita y escribir todo lo que viene a la cabeza. Esto me dijo una amiga muy sabia cuando compré mi cuaderno: "El más bonito que encuentres. Es importante para que lo que salga después del proceso de escritura también sea bonito."

    María Esclapez explica en Me quiero, te quiero que hay tres niveles de expresión: pensar, hablar y escribir. El último es un nivel de conciencia superior. Se necesita gastar más energía y recursos cognitivos. Hace que lo pensado y sentido pueda entenderse mejor, no solamente por lo que conlleva expresarlo y plasmarlo, sino por la impresión que nos invade a golpe de vista, una vez que lo hemos reflejado todo. Y un nivel aún superior es dibujar. A mí también me ha ayudado este libro de cómo dibujar mapas mentales que escuché recomendado en el podcast De piel a cabeza. Voy escribiendo palabras que me vienen a la cabeza ese día, haciendo ramificaciones y acompañándolo de dibujos (esquemáticos porque yo no sé dibujar, y aun así, me cuesta) y colores.

    En la película Inside out, Alegría no dejaba que Tristeza tomara el poder en el cerebro de la protagonista, pero ella no recuperó lo que había perdido hasta que actuó Tristeza. Y fue posible porque se dio permiso para abrazar esa emoción.

    A veces, hay que hacer la plancha: dejarse estar, no hundirse más en el pozo, pero, no luchar contra la emoción. Si estás triste, pues ese día o ese rato, quizás toca estar triste, bajar el ritmo, no exigirse, darse permiso. Yo me escribí algo en una carta a mi niña interior: "Me doy permiso para enfadarme y estar triste. Sé que no me dejaron. Yo me dejo. Estoy a mi lado. Me apoyo y me quedo conmigo hasta que esté mejor. Me doy tiempo." Se puede formular en segunda persona también, como le llegue mejor a cada uno. "Me importa mi dolor. Me importan mi sentimientos. Me cojo en brazos. Me agarro de la mano. Me quedo conmigo. Me sostengo."

    Es angustioso no poder controlar la ansiedad. Los ansiolíticos y los antidepresivos (bajo supervisión médica siempre) ayudan a dormir y a no sentir ese descontrol que es muy desagradable y limitante. Pero, a la vez, es importante escuchar qué nos dice la ansiedad y aprender recursos para cuando vuelva y que no te desborde.

  El año pasado, fui a una psicóloga que practica EMDR, que es una técnica que se usa con el shock postraumático. No creía nada mientras lo hacía, pero, al día siguiente, me había desaparecido la angustia. Me contó mi hermana que ella conoce a una profesional que la usó con niños soldado y, al poco tiempo de empezar la terapia, dejaron de hacerse pis en la cama y de tener pesadillas. 

    Consiste en conectar los hemisferios cerebrales mediante el estímulo del tacto, de la vista o del oído. Yo creo que es lo que hace la técnica del tapping, como el abrazo de la mariposa, al dar golpes en cada lado del cuerpo. O la música 8D que se usa con auriculares, y la respiración alterna del yoga.

    De todas formas, está bien llorar en el trabajo, está bien llorar delante de nuestras hijas e hijos (y, por lo visto, se libera cortisol, la hormona del estrés). Hay que normalizar que somos seres humanos que sufrimos y a veces no podemos con todo. Desde la pandemia, se habla mucho de salud mental. Por eso, hay personajes públicos que están compartiendo sus experiencias y exponiendo sus historias personales.

    Hablemos de emociones; hablemos de tristeza, de miedo, de ansiedad... hablemos de salud mental. En general, pero también de la nuestra. No nos escondamos más. Guardar "la mierda" debajo de la alfombra sólo hace que se acumule y que tropecemos.

    Aprovecho para recomendar a otra psicóloga en Instagram que me encanta: lapsicologajaputa (lo siento, se llama así, jeje).

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