miércoles, 6 de septiembre de 2023

El uso del velo en Turquía


    En 1923, Mustafá Kemal Atatürk proclamó en Turquía una república de inspiración occidental. El islamismo dejó de ser religión de estado y se tomaron medidas como abolir la poligamia, prohibir el uso del fez, y otorgar a la mujer derechos fundamentales como el del voto, el de tener propiedades o ejercer carreras judiciales y políticas. En 1960, se prohibió el velo por primera vez a una alumna que lo llevaba en una universidad. En 1997, la prohibición, que hasta entonces existía más bien en teoría, comenzó a ser aplicada de manera estricta. El sector público turco prohibió a las funcionarias utilizar pañuelos en la cabeza (en la actualidad, se ven mujeres policías jóvenes con sus cabezas y cuellos cubiertos por debajo de la gorra del uniforme).


  

    Con el paso del tiempo, el velo representaba para los sectores más laicos de la sociedad turca, una amenaza a los principios fundamentales del estado establecidos por Atatürk, que los podría dejar expuestos a la islamización.

    Tras una época de crisis económica y falta de liderazgo político, en 2002, El Partido Islámico de la Justicia y el Desarrollo (AKP) consiguió una aplastante victoria en las elecciones. Recep Tayyip Erdogan fue nombrado primer ministro del país; su mandato dura ya veinte años.

    Cuenta la escritora de origen turco Elif Batuman que, con el triunfo de Erdogan, de repente, se presentó a la gente laica como racista y autoritaria por haber reprimido y negado la libertad religiosa durtante tanto tiempo. El perfil antidemocrático de Erdogan se desveló después de las protestas de Gezi de 2013; salieron a la luz acusaciones de corrupción y tácticas represivas con periodistas y partidos de la oposición.

    Las mujeres que se cubrían la cabeza en Turquía solían hacerlo con un simple pañuelo; sin embargo, en los últimos años, se ha introducido el uso del hijab a la manera islámica, e incluso del chador y del niqab. En algunos casos, el motivo puede ser favorecer los negocios de la familia con gente conservadora que gusta de ese estilo de vida. Una parte de la ciudadanía turca ve con dolor y preocupación que el presidente Erdogan conduzca al país hacia una república islámica, como la de Afganistán o Irán, en la que se invisibiliza a la mujer. Algunos hombres y mujeres sienten rechazo a los continuos cánticos en árabe desde los minaretes (que nadie entiende) o a la separación de hombres y mujeres en el interior de las mezquitas. Grupos religiosos fundamentalistas financian la política del presidente, crean escuelas para la población y le ofrecen ayudas, lo que da lugar a escenas que nunca antes se habían visto en Turquía: grupos numerosos de hombres con barba y ropa al estilo islámico, cuyas mujeres esperan discretamente lejos de ellos ocultando sus cuerpos y sus rostros bajo pesadas prendas en pleno verano.

    En la zona turística de Estambul, abundan las mujeres musulmanas procedentes de otros países que cubren sus cabezas y sus cuerpos de forma llamativa, dejando apenas la cara o los ojos a la vista, y, en algún caso aislado, ni un milímetro de cuerpo. En las playas de la costa, mujeres con burkini se bañan, o cuidan de sus hijos mientras el resto de la familia disfruta de los rayos del sol y el agua salada en sus cuerpos libres de ropa.

    Hay mujeres que defienden su libertad para usar el pañuelo. Benli, denuncia los obstáculos que encontraban las mujeres que cubrían la cabeza en el mundo académico y profesional. "Como no pude defender mi tesis frente a un jurado tuve que dejar la universidad. Me convertí en abogada, y aunque tengo mi propio bufete todavía no puedo acudir a mis juicios, o utilizar mis derechos ante la Justicia como cualquier persona normal". Se habla incluso de un feminismo islámico.

    La periodista Amanda Figueras (española convertida al Islam) defiende su uso como un ejercicio de libertad: “Prohibir el velo es igual que obligar a ponérselo. Estamos quitando libertad a las mujeres para hacer lo que quieran.”

    Sin embargo, Najat El Hachmi, periodista española que sabe bien lo que es criarse en un entorno musulmán, tiene claro que el velo es una prisión ambulante, un símbolo de control sobre el cuerpo y la sexualidad de la mujer en un sistema de normas que oprimen a la mujer musulmana. Para ella el Islam nunca fue feminista ni nunca lo será: “El peligro es que muchas chicas muy jóvenes están comprando ese discurso, están creciendo con él. Y lo más eficaz para perpetuar las injusticias y la discriminación es negarlas.”

    No se puede saber si esas mujeres que se esconden debajo de capas de ropa son felices; algunas a quienes se les puede ver la cara lo parecen, pero duele pensar que ese es el futuro que espera a sus hijas pequeñas, que corren y juegan libres sin esas ataduras. Permítase que dudemos de que cuando les llegue el momento de taparse lo escojan con libertad.

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2 comentarios:

JSG dijo...

Qué claro, completo y bien escrito está la evolución de la sociedad turca. Me ha gustado mucho.

Severina dijo...

Clarísimo, Blanca. Gracias.