Hace años que practico la relajación, sobre todo, desde que hice yoga durante casi dos años, antes de nacer mis hijos.
Desde hace casi un año, también me he adentrado en la meditación, aconsejada por mi compañera de la UP, y amiga virtual, Inma.
Al principio, seguí los pasos que recomendaban en el libro Recuperarse del SFC. Más tarde, mi amiga Isa me prestó su libro de Jon Kabat-Zinn, Vivir con plenitud la crisis que me orientó un poco mejor. A la vez, encontré en la Biblioteca el libro del mismo autor Mindfulness en la vida cotidiana que me encantó. Me pareció un libro precioso, no sólo como guía de meditación, sino como filosofía de vida. Un libro para tener siempre de cabecera. De él me gusta especialmente que se centra en la meditación desde el punto de vista técnico y en cuanto a los beneficios que proyecta sobre la salud, sin meterse en esoterismos ni explicaciones espirituales (que también caben si así es). El autor dirige el Programa de Reducción del Estrés del Centro Médico de la Universidad de Massachusetts.
Este verano, me he leído Aprender a practicar mindfulness, de Vicente Simón, profesor de Inma, que es psiquiatra de profesión. También me ha gustado mucho. Es un libro práctico que pasa por cada principio que sustenta la práctica de la meditación, con ejercicios al final de cada capítulo.
Hay que tener mucha paciencia porque es un proceso que se hace poco a poco. Además, como insisten los expertos, no hay que meditar para llegar a ningún lado, ni para hacerlo perfecto, cada meditación es perfecta en sí misma, y es su propio objetivo.
Una de sus bases es la compasión. Por ejemplo, cuando tenemos una molestia física, o una situación dolorosa o conflictiva, en vez de darle vueltas, y caer en la autocrítica, es mucho mejor darse cariño y consuelo a uno mismo como si fueses un amigo. La fórmula que propone Vicente Simón es muy sencilla. Haces varias respiraciones profundas, te pones la mano en el corazón: "Estoy sufriendo", "En la vida hay sufrimiento" o "Todo el mundo sufre", "Que yo esté libre de sufrimiento, que yo tenga paz"
Vicente Simón |
Junto con la compasión, llega la aceptación. El otro día lo experimenté con un ejemplo práctico. Durante las vacaciones, después de una comilona, me dolía el estómago, tenía náuseas, y todavía nos quedaban kilómetros de coche. Paramos, e intenté vomitar, pero nada. Así que monté de nuevo, cerré los ojos, respiré, me relajé, y empecé a decirle sí a las molestias, al dolor, a las náuseas... a dejar de resistirme a su presencia. En vez de resistirme al dolor, que genera tensión en el cuerpo, recibo las molestias como un huésped incómodo. Puede ayudar decir: "Sí, te acepto, tengo esta molestia, no me resisto", concentrarse en la zona, y decir "Está aquí". Entonces, puedes descubrir que tu cuerpo se relaja al dejar de resistirse. Gracias a una mala experiencia, hice un gran descubrimiento.
Aceptar no significa rendirse ni resignarse, ni dejar de buscar soluciones a nuestros problemas. Digamos que es una forma asertiva de aceptarlos: desde la relajación, no desde la tensión. Podría compararse con la sensación que se tiene en el agua: si hay resaca e intentas salir del mar, no puedes y te pones nervioso, empiezas a agitarte, te tensas, no respiras bien, y el agua se convierte en una pared de piedra. Pero si te relajas, y vas a favor de la corriente, es la misma marea la que te empuja hacia fuera.
Kabat-Zinn |
También me ha servido en relaciones personales, después de alguna conversación no demasiado de mi agrado, para restarles importancia.
La sala de meditación de Juan Manzanera, me ha ayudado mucho a entender los dos conceptos. Especialmente, la meditación del amor, y la de dar y tomar. Me las he descargado en el móvil, y las oigo habitualmente.
En general, he notado más serenidad, más amor ante los fallos e imperfecciones propias o ajenas. Me puedo callar en los enfados, e, incluso no enfadarme. Y mucha felicidad, una felicidad serena, no exploxiva como fuegos artificiales, sino del estilo de la luz de una vela. No siempre... claro.
Como explico, es un proceso largo con sus etapas, pero es importante ser constante, y saber que, salga como salga, tu cuerpo y tu mente se están beneficiando de ese rato que dedicas a desconectar. Y tengo presente la frase del viejo sabio "Esto también pasará", tanto en los buenos, como en los malos momentos.
En fin, que estoy encantada de haber perseverado en la meditación, porque estos meses en que parecía que no avanzaba, me han servido de mucho. Eran la siembra necesaria para recoger una buena cosecha.
P.D. Ayer me pasó algo curioso. Cuando por la mañana me tumbé a descansar, me temblaba el párpado de un ojo. Me concentré en el ojo, dije "Me está temblando, está aquí, lo acepto" Y desapareció en el acto. Creí que era casualidad, pero el temblor me volvió a lo largo del día, repetí lo mismo, y me funcionó tres veces más. La última, al acostarme.
P.D. Ayer me pasó algo curioso. Cuando por la mañana me tumbé a descansar, me temblaba el párpado de un ojo. Me concentré en el ojo, dije "Me está temblando, está aquí, lo acepto" Y desapareció en el acto. Creí que era casualidad, pero el temblor me volvió a lo largo del día, repetí lo mismo, y me funcionó tres veces más. La última, al acostarme.
1 comentario:
Muchas gracias de nuevo! Que bien toda la información/ayuda que ofrexes. Aprovexhare para hacer un encargo a los reyes!
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