miércoles, 18 de abril de 2012

No puedes detener las olas, pero puedes aprender a surfear

The+Flight+of+Apollo

Hay un libro muy sencillo, y muy fácil de leer de meditación: Mindfulness en la vida cotidiana. Donde quiera que vayas, ahí estás. De Jon Kabat-Zinn, Ed. Paidós.

Aunque para un conocimiento y una práctica más profundos es más rrecomendable Vivir con plenitud la crisis, del mismo autor.

En el primer libro, que he sacado de la Biblioteca, he encontrado esta explicación, que es muy esclarecedora de lo que es la atención plena:

Un punto de vista que está muy extendido es que la meditación es una forma de desconectar de las presiones del mundo o de nuestra propia mente, pero esto no es exacto. La meditación no excluye ni desconecta nada. Consiste en ver las cosas con claridad y en situarnos deliberadamente de forma distinta con relación a ellas.



Las personas que llegan a nuestra clínica aprenden rápidamente que el estrés es una parte inevitable de la vida. Si bien es cierto que podemos aprender a no empeorar nuestra situación tomando decisiones inteligentes, en la vida hay muchas cosas sobre las que tenemos muy poco o ningún control. El estrés forma parte de la vida, del hecho de ser humano; es algo inherente a la condición humana. Pero esto no significa que tengamos que asumir el papel de víctimas ante las grandes fuerzas que afectan a nuestra vida. Podemos aprender a trabajar con ellas, a comprenderlas y a encontrarles un sentido, así como a tomar decisiones decisivas y a utilizar sus energías para desarrollar fuerza, sabiduría y compasión. Esta actitud de estar dispuesto a aceptar lo que hay y a trabajar con ello es lo que constituye la esencia de toda práctica meditativa.



Para ilustrar cómo funciona la atención plena, podemos comparar la mente con la superficie de un lago o del océano. En el agua siempre hay olas. A veces son grandes, a veces pequeñas y a veces casi imperceptibles. Las olas surgen en la superficie del agua porque las agitan los vientos, que vienen y van y cambian de dirección y de intensidad, tal como hacen los vientos del estrés y del cambio en nuestras vidas, que levantan olas en nuestra mente.



Las personas que no comprenden la meditación piensan que se trata de una suerte de manipulación interna especial que acabará con todas estas olas para que la superficie de la mente pueda estar lisa, tranquila y calma. Pero del mismo modo que no podemos colocar una lámina de cristal sobre el agua para calmar las olas, tampoco podemos eliminar las olas de nuestra mente de forma artificial, e intentarlo no es muy inteligente. No hará sino crear más tensión y lucha interna, no calma. Esto no significa que conseguir calma sea algo imposible. Lo único que ocurre es no podemos conseguirla por medio de intentos disparatados de eliminar la actividad natural de la mente.



Gracias a la meditación podemos resguardarnos de gran parte de los vientos que agitan la mente. Con el tiempo, es posible que gran parte de las turbulencias se vayan calmando, porque ya no las estaremos alimentando continuamente. Pero, a la larga, los vientos de la vida y de la mente soplarán, hagamos lo que hagamos. La meditación tiene que ver con saber algo acerca de esto y acerca de cómo trabajar con ello.



El espíritu de la práctica de la atención plena fue plasmado con gran acierto en un póster en el que se veía al yogui Swami Satchi-tananda, ya septuagenario, con una larga barba blanca y vestido con una túnica larga y suelta, sobre una tabla de surf cabalgando las olas de una playa hawaiana. Al pie de la imagen se podía leer: «No puedes detener las olas, pero puedes aprender a surfear».

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