miércoles, 21 de diciembre de 2011

Tus zonas erróneas (II)

nuances


Es muy probable que te hayas infestado del virus del desprecio a ti mismo; y el único remedio conocido para esto es una buena dosis masiva de amor propio, o amor a ti mismo. Pero, quizá, como mucha gente en nuestra sociedad, tú has crecido con la idea de que está mal amarte a ti mismo. De niño aprendiste que amarte a ti mismo, algo natural en aquel entonces, era lo mismo que ser egoísta y consentido.



Las indirectas son sutiles y la intención no es mala, pero logran mantener a raya al individuo. El amor a los demás está directamente relacionado con el amor que te tienes a ti mismo.


Definición del amor: la capacidad para permitir que los seres queridos sean lo que ellos elijan para sí mismos, sin insistir en que hagan lo que a ti te satisficiera o te gustase. ¿Cómo se llega a este punto? Muy sencillo. Amándote a ti mismo. Sintiendo que eres importante, hermoso y que vales mucho. Cuando hayas reconocido esto, no tendrás necesidad de que los demás apoyen y refuercen tu valor y tus valores ajustando su conducta a tus instrucciones.


Si tu ser no vale nada, o no es amado por ti, entonces es imposible dar. ¿Cómo puedes dar amor si no vales nada? ¿Qué valor tendría tu amor? Y si no puedes dar, tampoco puedes recibirlo


Es difícil desligarse de las viejas cadenas aprendidas de niño, pero es aún más difícil aferrarse a ellas si uno considera las consecuencias que esto implica. Con un poco de práctica y entrenamiento mental, podrás hacer unas elecciones de amor a ti mismo que te sorprenderán.


El romper las áreas de lo que no te gusta de ti para catalogarlas, logrará dirigir tus esfuerzos hacia unas metas definidas. Tienes diversas opiniones respecto a ti mismo: físico, intelectual, social o emocional, y respecto a tu talento para la música, el deporte, el arte, las tareas mecánicas… tu autoestima no debe estar en relación directa con tu autovaloración. Tú existes. Tú eres un ser humano. Eso es todo lo que necesitas. Tú eres quien determina lo que vales sin necesidad de dar explicaciones a nadie. Y tu propio valor es un hecho en sí, no tiene nada que ver con tu comportamiento ni con tus sentimientos. Puede que no te guste cómo te has portado en un momento dado, pero eso nada tiene que ver con tu autovaloración. Tú puedes escoger el se valioso para contigo mismo para siempre, y de ahí emprender la tarea de elaborar tus imágenes de ti mismo.
Wayne W. Dyer

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