martes, 24 de abril de 2012

El abuelo Ángel


En mi entrada de Recuerdos ancestrales, mi padre aclaraba, en los comentarios, que mi abuelo paterno había muerto cuando él era joven, por lo que ninguno de sus nietos llegó a conocerlo.

Pero eso no quiere decir que no me acuerde de él, ni que no haya dejado huella en mi persona, y, en mi memoria. Primero, porque siempre he oído contar que era un hombre muy bueno, y que mi padre se parecía mucho a él. Así que lo supongo muy parecido a mi padre en muchos aspectos, tanto de su bondad, como de su gusto por la música. Porque mi abuelo era músico (de una banda de un pueblo pequeñito de Teruel, pero músico); de él, heredaron sus hijos el buen oído, y en casa de mis padres, siempre se cultivó el gusto por la música clásica.

Y tengo un recuerdo ancestral ligado a él. Mi abuela contaba que ella cantaba fatal, y que mi abuelo, les cantaba a mi padre y a mis tíos canciones para dormir, y no se dormían porque siempre querían más. Sin embargo, mi abuela, les hacía "Aaaaaaaaaaaaaaa", y, en dos minutos, se quedaban fritos sin reclamo de bises. Así, que cuando oigo a alguien mecer a un niño con el "Aaaaaaaaaaa", me acuerdo de mi abuelo Ángel.

Tengo una imagen lejana y difusa de su casa, en el casco antiguo de Zaragoza, y su piano. Yo era muy pequeña, pero me admiraba saber que mi abuelo desaparecido había acariciado esas teclas y había dejado su huella en ellas.

También sé que le gustaban mucho los niños, como a mi padre, y mi abuela siempre se lamentaba de lo que hubiese disfrutado de sus nietos. Así que, muchas veces, mirando esta foto, intentaba imaginar cómo hubiese sido tener un abuelo como él.

Mi padre cuenta muchas anécdotas de lo que les decía, de bromas que les gastaba; de la ilusión con que preparaba los Reyes, que ya empezaba a comprarlos al día siguiente de la misma celebración para el próximo año; de lo que sufrió en sus fracasos empresariales, y en su enfermedad.

También he pensado muchas veces en el dolor de mi padre muy joven, al perder a una persona tan maravillosa. Me lo imagino a través de los ojos de mi madre, que fue al velatorio acompañando a una hermana, una de mis tías maternas, con quien mi padre cantaba en una coral; nos lo describió paseando por la casa con gafas oscuras.

Curiosamente, porque mi padre necesitaba el dinero para la familia, dadas las circunstancias, mi madre se acordó de él cuando le ofrecieron un puesto de trabajo en Mequinenza como profesora, donde también buscaban a otro profesor para la parte de ciencias (profesión para la que en realidad no tenía vocación, y que no tardaría en abandonar). Fue allí donde se conocieron,  se enamoraron y empezaron a recorrer un camino de más de 50 años, sin el cual, yo no estaría aquí, ni estaría escribiendo esta entrada del abuelo al que no conocí.

1 comentario:

JSG dijo...

¡Qué sorpresa mi niña! Me ha emocionado mucho. Muchas gracias por el texto tan bonito, enternecedor, cariñoso y lleno de amor y vida. No podria yo haber redactado mejor mis sentimientos hacia mi padre y, tambén, hacia mi madre y lo que su muerte supuso de vida para nosotros. Muchos besos.