domingo, 9 de febrero de 2014

Leer, obligar o no obligar, he ahí la cuestión (V) ...


... o qué hacer con la lectura cuando la escuela se mete de por medio (III)

Continúo con los factores que me dejé en la entrada anterior.

La educación del gusto y del criterio del alumno

Como he comentado alguna vez, considero que hay que educar el gusto de los alumnos. Lo mismo que no les daría de comer cualquier cosa, tampoco me gusta darles a leer cualquier cosa. La comida basura o rápida se puede permitir de vez en cuando, pero no como dieta sana y habitual. También hay que procurar que sea variada, como la comida, para que no les falten proteínas, ni vitaminas, ni sales minerales que alimenten y amplíen su cerebro.

La elección de un libro no incluye sólo el punto de vista temático, sino también el formal. Pienso que conviene procurar ir introduciendo textos con alguna complejidad narrativa, espacial, temporal que enriquecerán su horizonte expresivo y comprensivo. Esto hay que hacerlo con cautela porque hay alumnos que si los sacas de la técnica clásica de planteamiento-nudo-desenlace, se desorientan y no siguen la trama, por lo que pierden el interés por el libro.

Cada vez más profesores dan a elegir títulos entre una lista previamente seleccionada, aunque esto suelen hacerlo como segunda lectura de la evaluación, es decir, después de haber puesto una común para todos. Yo me inclino por esta tendencia, pero desde el principio, que cada uno elija el libro que vaya acorde con su gusto, con su personalidad, o con su capacidad lectora. Prefiero que lean, aunque lo que elijan no sea de mucha calidad, a que abandonen el que tú has propuesto en un rincón. Incluso les dejo cambiar de libro si el que eligieron en un principio o el que yo he mandado no les gusta.

Si queremos que se familiaricen con otras lecturas que a nosotros nos parecen más apropiadas, se pueden leer en el aula, aunque no se terminen. Por lo menos, eso que tienen leído, y, si alguno se anima a terminarlo, pues ya hemos ganado mucho. Está bien que lean lo que a ellos les gusta, que no condicionemos su lectura hasta tal punto que le cojan manía, pero, también hay que probar a descubrirles mundos nuevos y desconocidos, o, simplemente necesarios, a los que puede que no lleguen si alguien no se los muestra.

Conseguir una lectura reflexiva y crítica

Desde hace unos diez años, trabajo bastante la opinión personal, desde primero de la ESO. Pero hay que ayudarles con unas pautas, porque, salvo excepciones, es algo que les cuesta bastante. A principio de curso, les explico en qué consiste una opinión personal, les doy trucos y modelos, y errores que deben evitar.

Además, les facilito un guión de diez puntos a partir de los que evalúo la redacción, y les dejo elaborarla en casa, antes o después del examen. Pueden subir la nota con la buena presentación y ortografía. Hay alumnos a los que se les da mal o que no se esfuerzan, pero otros que lo hacen francamente bien, y da gusto comprobar cómo evolucionan, especialmente si les puedes hacer el seguimiento a lo largo de varios cursos.

Yo les insisto en que la nota no es mejor si les gusta el libro, sino que depende de que sepan argumentar correctamente su opinión, sea favorable o no al libro.

P.D. Después de escribir y releer las tres entradas con las que doy por zanjado de momento el asunto, me pregunto, y si en Primaria me parece perjudicial obligar a leer, ¿por qué no en Secundaria? Quizás porque llega un momento en que si el alumno no ha cogido el gusto, ya es casi imposible que coja el hábito sin obligarlo.

Continuará...
Entradas anteriores sobre la lectura:

1 comentario:

Maria dijo...

Muy adecuado, reflexionado y sistematizado el análisis sobre la lectura, Blanca. Ya sabes, además, que comparto tu punto de vista prácticamente al cien por cien.
Enlazando con tu pregunta final sobre la obligatoriedad de la lectura en secundaria, yo pienso que lo importante es eliminar el matiz negativo que parece aportarle la palabra "obligatoriedad" al acto de libertad que debería ser la lectura.Lo que queremos es que la lectura forme parte de la vida de nuestros alumnos, como forma parte de la nuestra. Queremos que sepan elegir, que comprendan lo que leen y que sean capaces de emitir un juicio. Pero no para que nos hagan un estupendo trabajo a nosotros sino para que la lectura les ayude a comprender mejor el mundo en que vivimos, a comprenderse mejor a ellos mismos y a los que los rodean.
Por eso considero adecuado plantear lecturas obligatorias, o comunes porque las leemos todos, cuidadosamente seleccionadas y enriquecedoras. Paralelamente, entre lectura u lectura, pueden elegir una lectura voluntaria, sin ninguna restricción ni de género ni de formato.
De esta manera, la lectura aparece de manera natural a lo largo de todo el curso, bien común, bien elegida libremente. Sin embargo la pregunta siguiente es ¿seguirán leyendo igual cuando lleguen las
vacaciones y ya no tengamos los plazos establecidos? La respuesta es desigual aunque nuestro deseo es lograr que así sea ¡Siembra, que algo queda!