Hoy, he hecho este semáforo con mi hijo Jesús, de seis años, después de que le diese un puñetazo en el brazo a Jaime, de cuatro años.
Yo he conseguido no pasar del ámbar. Él, luego, se ha sentido triste, porque se ha dado cuenta de que lo que había hecho no estaba bien; para compensarlo, le ha cedido el único Actimel que quedaba a su hermano, que estaba llorando porque lo quería.
Nos lo enseñaron en un curso de la Fundación Botín, el otro día en el Instituto. Creo que es una imagen muy gráfica, que nos puede ser útil tanto a niños como a adultos para no tener que llegar al rojo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario