viernes, 18 de febrero de 2011

El poder de la palabra

Dedicado, con todo mi cariño, a Marisa y a Sonia


 Un sultán soñó que había perdido todos sus dientes. Después de despertar, mandó llamar a un sabio para que interpretase su sueño.

"¡Qué desgracia, mi señor!", dijo el sabio. "Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de Vuestra Majestad."

"¡Qué insolencia! ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí! ¡Castigadle!", gritó el sultán enfurecido.

Más tarde, el sultán consultó a otro sabio y le contó lo que había soñado. Este, después de escuchar al sultán con atención, le dijo:

"¡Excelso señor! Gran felicidad os ha sido reservada. El sueño significa que sobrevivirás a todos tus parientes."

El semblante del sultán se iluminó con una gran sonrisa y ordenó que dieran cien monedas de oro al sabio. Cuando éste salía del palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado:

"¡No es posible! La interpretación que habéis hecho de los sueños es la misma que el primer sabio. No entiendo por qué al primero se le pagó con un castigo, y, a ti, con cien monedas de oro."

El segundo sabio respondió:

"Amigo mío, todo depende de la forma en que se dice. Uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender a comunicarse. De la comunicación depende, muchas veces, la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra. La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la envolvemos en un delicado embalaje y la ofrecemos con ternura, ciertamente será aceptada con agrado."

Aplícate el cuento, Jaime Soler, M. Mercé Conangla


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