miércoles, 23 de marzo de 2011

A tres metros sobre el cielo

No sé si conocéis el fenómeno "literario" de Federico Moccia. Si no es así, y tenéis hijos adolescentes, os aconsejo que os familiaricéis con él. Perdonad la extensión de la entrada, pero creo que merece la pena:

Ha escrito una serie de libros (la película sobre el primero, A tres metros sobre el cielo, se ha estrenado hace poco en España) que arrasan entre los adolescentes, bueno, creo que, sobre todo, entre las adolescentes.

Mis alumnas están empeñadas desde hace tiempo en que ponga uno de sus libros. Yo les dije que sin leerlo, ni loca, que si me dejaban uno, me comprometía a leerlo. Y, como me lo dejaron (A tres metros sobre el cielo), como llevo unos cuantos días de convalecencia por un virus, y como lo prometido es deuda... lo he leído. Y, aunque tiene poco valor literario, y no pienso recomendarlo jamás como lectura, me alegro de haberlo leído, porque creo que es importante saber cuáles son las referencias de los adolescentes, qué es lo que les llega. Me parece elemental ponernos en su lugar, para comprenderlos mejor.

Dicho esto, el libro me ha horrorizado, y me ha hecho reflexionar sobre la ética de su autor: una chica buena, de familia rica (viste de Valentino y esas cosas) y un chico malo, que está como un tren gracias a horas de gimnasio, que pertenece a una banda de gamberros con motos que se dedican a montar peleas allí a donde van, a robar, y a destrozar casas. La chica, al principio, lo aborrece, pero, previsiblemente, acaba cayendo rendida a sus pies, porque, en el fondo, el chico es así por acontecimientos que lo marcaron en el pasado.

De acuerdo, hasta aquí, es la típica historia, nada nuevo (Rebelde sin causa, Grease, West Side Story...) Lo malo es el ambiente que la rodea.
Primero, la violencia brutal del protagonista, y de sus amigos. La chica, que se supone que aborrece la violencia acaba encubriéndola, y justificándola (el chico le rompió la nariz sin ninguna razón a un conocido de los padres de ella, y en el libro lo ridiculizan), e incluso protagonizando su propia pelea. Los amigos son todos unos cafres, sobre todo, el mejor amigo de él, al que te lo imaginas como una auténtica bestia sin cerebro.
Segundo, el mundo "irreal" en el que viven, lleno de lujo: coches, ropa, relojes, motos, joyas, gafas, restaurantes, casas... Al principio, estuve a punto de dejarlo porque era una sucesión de una marca tras otra, la mayoría, desconocidas para mí. Además, llevan una vida secreta, en mi opinión, difícil de creer: engañan continuamente a los padres, se escapan por la noche, carreras ilegales, corren por la ciudad a 200 por hora, vuelven empapados en agua o en estiércol, o borrachos, y los padres ni se enteran... Vale, eso puedes hacerlo una noche de vez en cuando, pero, ¿todas? Claro, que podría ser si también nos creemos que sus padres se iban todas las noches a sus propias “juergas”...

Eso sin hablar de cómo se aborda la sexualidad. Sin entrar en moralizaciones, podía haber tenido el detalle de que los protagonistas usasen preservativo (no dice que no lo usasen, pero tampoco que sí)
Federico Moccia
Tercero, y, en mi opinión, lo peor: el mundo de los adultos. Un truco barato para ganarse el favor de los adolescentes. No salvan a ninguno. La familia de él, desestructurada. Los padres apenas aparecen ejerciendo como tales, y, si salen, es para quedar mal. Al hermano mayor, se le deja como a un “panoli”. Los padres de ella podrían tener puntos salvables, pero no se aprovechan. La madre es el estereotipo de mujer frívola y con temperamento fuerte, que sabe lo que quiere; el padre, un calzonazos con poco carácter, y con crisis de madurez. Las escenas del padre fantaseando con otras mujeres, especialmente, con una camarera que podría ser su hija, son vergonzosas. La profesora con mayor protagonismo es un bruja a la que se utiliza para presentar a la protagonista como una heroína ante todo el colegio, pero, en especial, ante su hermana pequeña, en una escena bochornosa que se podía haber resuelto sin tanta prepotencia por parte de la chica (claro que, si no, se queda sin pretexto para la trama posterior)

Al final, la chica le echa un discursito pseudomoralizante a la madre para justificar su propia conducta del todo inmoral. Se supone que esta es la excusa para la falta de ética que predomina en todo el libro: criticar la educación hipócrita que les han dado los padres. Pero es que llega a equiparar el valor evangélico de ayudar al prójimo con el perjurio en un juicio por agresión...

No sé si he conseguido explicarme bien. No es el clásico enfrentamiento entre padres e hijos, o la crítica a la falta de valores que imprimen los padres, que hay historias muy buenas (estoy pensando ahora en Historias del Kronen, por ejemplo). Es justificar los contravalores, incluso ensalzarlos, acogiéndose a la hipocresía de los padres ricos. Al final, los protagonistas pagan las consecuencias, pero, ¿de qué sirve si, a esas alturas, en su corazón, la adolescente que está leyendo el libro ya ha convertido a Babi en una heroína, y a Step, en el prototipo de hombre que espera encontrar?
Puede que, si habéis leído mi reflexión, muchos no queráis ni locos que vuestros hijos lean sus libros. Yo creo que si lo leen a una edad adecuada, si tienen unos valores claros, si saben distinguir que lo que leen es ficción, si no identifican el mundo de los adultos de la novela con el de su entorno, no hay mayor problema que una moda a seguir, y unos temas y unos personajes por los que todos nos hemos sentido atraídos en la adolescencia. Además, ya se sabe que lo prohibido es mucho más atractivo.

Pero, con todo esto, lo que quiero transmitir es que es fundamental saber lo que nuestros adolescentes leen (y ven), para estar prevenidos, y para poder conversar con ellos, y aclarar algunos puntos.

2 comentarios:

Severina dijo...

No lo leí, lo confieso: me da pánico enfrentarme con este tipo de lectura porque mis prejuicios van conmigo, pero después de leer tu valoración me parece que tendré que hacer dos cosas, leerlo y atrincherar los prejuicios. Solicito tu permiso para añadir un enlace a tu blog desde el mío de lectura para que mis alumnos lo puedan leer, y también para utilizar los truquillos del diálogo que publicaste en días pasados.Gracias por seguir estando ahí.

Blanca dijo...

Más que prejuicios, en mi caso, es falta de ganas, y pensar que estar desaprovechando el tiempo para otras lecturas más interesantes, pero, a veces, es necesario...
Tienes mi permiso para utilizar lo que quieras, por supuesto. Había pensado iniciar un foro en la web del instituo.
Besos