miércoles, 9 de marzo de 2011

Las babuchas


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'red booties'
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Es una historia sacada de Hijos del ancho mundo, de Abrahm Verghese. La cuenta el padre del protagonista, un personaje muy entrañable, después de salir de la cárcel (kerchele), a la que fue enviado como sospechoso de colaborar en un golpe de estado contra el gobierno etíope.

A ver si encontramos cuáles son nuestras babuchas, y, lo que es más importante, dónde las guardamos para que molesten lo menos posible.








-[…] Uno de mis compañeros de celda, un comerciante, Tawfiq, contó la de Abú Kassim.

Se trataba de un cuento bien conocido por todos los niños africanos: Abú Kassim, un pobre comerciante de Bagdad, había conservado sus maltrechas y remendadas babuchas a pesar de que eran objeto de burla, al punto de que al final ni siquiera él tenía valor para mirarlas. Pero todos sus  intentos de deshacerse de ellas habían acabado fatal. Cuando las tiró por la ventana, fueron a dar contra la cabeza de una mujer embarazada, que abortó. Y encarcelaron a Abú Kassim. Cuando las tiró al canal, atascaron el desagüe principal y provocaron una inundación. Y el hombre volvió a prisión…

-Cuando Tawfiq terminó de contar su historia, otro preso, un anciano sereno y muy digno, comentó:”Abú Kassim habría hecho mejor construyendo una habitación especial para sus babuchas. ¿Por qué intentar deshacerse de ellas? Nunca lo conseguirá”, y se echó a reír, satisfecho por haberlo hecho. Aquella noche murió mientras dormía.

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'inside'
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[…] todos éramos de la misma opinión: el anciano tenía razón. Las babuchas de la historia significan que cuanto ves, haces y tocas, las semillas que siembras o dejas de sembrar, se convierten en parte de tu destino. […] Como no conocí a mi padre, creía que no tenía importancia para mí. Sin embargo, mi hermana sentía su ausencia con tanta intensidad que eso la amargó, al punto de que tenga lo que tenga ahora, o lo que llegue a poseer, nunca será suficiente.- Suspiró-. Compensé la ausencia paterna acumulando conocimiento, habilidades, buscando alabanza. Lo que entendí por fin en Kerchele (la cárcel) es que ni mi hermana ni yo  nos percatamos de que la ausencia de nuestro padre son nuestras babuchas. Para poder empezar a librarte de ellas, tienes que admitir que son tuyas. Y si lo haces, entonces desparecerán solas.

[…] Espero que un día – añadió, suspirando – lo comprendáis con tanta claridad como yo lo entendí en Kerchele. La clave de vuestra felicidad es aceptar vuestras babuchas, lo que sois, vuestro aspecto, a vuestra familia, las dotes que tenéis y las que no tenéis. Si seguís repitiendo que vuestras babuchas no son vuestras, moriréis buscando y amargados, creyendo siempre que os habían prometido más. “No sólo se convierten en nuestro destino nuestras acciones, sino también nuestras omisiones.”


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