viernes, 8 de abril de 2011

Afortunada

Parque de Mataleñas. Santander

Me estoy recuperando de un virus que me ha dejado muy floja. Como ya me voy encontrando mejor físicamente, el otro día me fui hasta el Parque de Mataleñas a que me diesen el aire y el sol.


 Cuando uno ha estado enfermo, y ve que las cosas van volviendo a la normalidad, es una gran alegría ir recuperando poco a poco lo que había perdido temporalmente.
Creo que, al tener que hacer un parón largo para recuperarme, el estrés y la ansiedad acumulados durante años (especialmente los últimos cuatro, durmiendo mal gracias a Jaime, mi hijo pequeño), y un poquito de tristeza, se han hecho más notables. Mi amiga Ana lo describía muy bien: es como cuando no te das cuenta de que estás cansada hasta que te sientas en el sofá.


"Haciendo el vago" el verano pasado,
durante las vacaciones
(lo poco que me dejaron, je,je)

En la última sesión del curso de autoconocimiento, comentamos lo difícil que es para las personas responsables “hacer el vago”. Dedicarnos un tiempo a nosotros mismos nos parece eso: estar incumpliendo nuestro deber.

El lunes, sentada y tumbada en un banco, estuve pensando que soy afortunada por haber tenido la oportunidad de “disfrutar” de este tiempo dedicado a mí misma, ya que no todo el mundo puede permitírselo; estaba dichosa por haber salido esa mañana a la calle, y haber encontrado un día y un espacio tan hermosos. Durante ese rato, conseguí no sentirme culpable por no estar haciendo nada productivo; logré disfrutar plenamente del momento.

 También me siento afortunada por los cuidados y la preocupación que me ha dispensado mi familia; por el amor de Fran; por los abrazos, los besos y las caricias de mis hijos; por la atención que me han prestado mis amigos, y mis allegados. Gracias a todos.

Luego, di un pequeño paseo, y bajé a la playa de los Molinucos. Contemplando el mar desde una roca, recordé la declaración de la autoestima. Al sentirme, tan a gusto, en ese momento, conmigo misma, pensé:

Playa de los Molinucos
http://www.ojodigital.com/foro/paisajes/46671-refresco-de-verano-i.html

Yo soy yo. Todo lo que tengo soy yo.
Siento que me equilibro con el mar; mi persona va y viene al ritmo de la masa de agua. Mis ojos, mi interior se funden con el paisaje.
Sale el sol: yo soy yo, con aquellas facetas de mi ser que brillan en mi interior. Brillo como los múltiples reflejos que arranca el sol al agua.
Se va el sol; el mar se ensombrece con las nubes. Esa también soy yo, con aquellos aspectos no tan brillantes de mi existencia. Soy también la que deja de brillar, la que se llena de sombras.
El mar sigue siendo el mismo cuando luce el sol, y cuando se esconde. Su presencia sigue siendo real, incluso hermosa, en todas sus apariencias.
Me tengo que aceptar con mis brillos y con mis sombras; mis momentos de alegría, de aciertos, son parte de mí, pero también los de decaimiento y  los resbalones.
 

Isla de Mouro desde Mataleñas
 
Entonces, pienso en Dios… ¿Es Dios quien me da la fuerza? Dios está ahí, sí, lo noto, a mi lado. Está esperando a que lo perciba, pero no puedo aguardar a que la fuerza me llegue del Cielo; la tengo que buscar en mí. La belleza, el impulso están en mi interior. Salen de mí. Dios está ahí siempre. Y con la potencia que reúno en mi interior, puedo sentir con más intensidad la fuerza y la belleza del mundo y de Dios. No quiere decir que no acuda a Él para pedir  su protección o su apoyo en los momentos de debilidad, ni que niegue su presencia, ni que no agradezca mi buena fortuna; simplemente, me he dado cuenta de que, si busco adecuadamente en mi interior, me descubro mucho más fuerte de lo que aparento.
Yo soy yo. Todo lo que tengo soy yo.
Esta soy yo, y soy afortunada.

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