martes, 5 de abril de 2011

Inteligencia emocional


Este es un resumen que elaboré el año pasado con las ideas más importantes que nos transmitieron en un curso sobre inteligencia emocional de la Fundación Botín.

Como comentaba el otro día, hay que hacerse amigo de las emociones, no luchar contra ellas.
4+wings
'"HAPPY MOTHERS DAY!"'
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Es decir, que si tú percibes ansiedad porque te vas a enfadar, o tristeza, o frustración… reconozcas el sentimiento como un aviso de tu cuerpo de que algo va mal, y pongas los medios para que mejore.

Hay pensamientos improductivos que generan la ansiedad: La tendencia al catastrofismo usando adjetivos o expresiones extremos ("Es horroroso", "No lo soporto"... Si lo estás diciendo, es que lo soportas...) Los pensamientos anticipatiorios ("Seguro que fracaso" "Seguro que no me hace caso"...) Personalizar las situaciones ("Yo tengo la culpa", "Lo he hecho fatal") El todo/nada ("Siempre..." "Nunca..." "Jamás lo conseguiré"...)

Cualquiera de ellos es inadecuado e improductivo porque no se ajustan a la realidad, nos generan más ansiedad y no ayudan a resolver problemas. Por lo tanto, conviene detectarlos, cuestionarlos y evitarlos.

La perfección no existe; los perfeccionistas sufren mucho porque nunca llegan a sentir que han hecho algo bien, puesto que siempre encontrarán algo que les estropee el resultado. Nada se puede hacer perfecto, incluso conviene obligarse a dejarlo imperfecto, sobre todo, si no es importante, y muy pocas cosas lo son de verdad... Se vive más tranquilo.

Por ejemplo, en el caso de María (se siente incompetente porque no se controla con el mal comportamiento de su hijo), su análisis de la situación seguro que no se ajusta a la realidad. Primero, ha utilizado un término absoluto que dudo mucho que la describa adecuadamente en ninguna faceta de su vida; segundo, ha filtrado la información porque sólo nos ha contado una parte de su papel como madre; seguro que hay muchísimas ocasiones en que no se siente así. ¿Qué le diría a una amiga si ella le contase lo mismo?
 
Butterfly
'Brown Argus (Aricia agestis)'
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La importancia de la empatía; de intentar ponernos en el lugar del otro. Cuando alguien nos lanza un mensaje negativo, en vez de contraatacar, lo recogemos y se lo devolvemos en forma positiva. "No quiero ir al cole" "Veo que hoy no tienes ganas de ir al cole" "Es que quiero leer un cuento" "¿Quieres que leamos un cuento corto y luego te vistes rápido (o al revés)?”

Para empatizar es importante identificar el sentimiento de la otra persona, y verbalizarlo: “Te da vergüenza que…”, “Estás enfadado porque…”, “Tienes envidia de fulanito por…”, “Estás orgulloso de…” Así, conseguiremos que se sienta comprendido y que se abra a contarnos el verdadero fondo de su problema. Más tarde, podemos aconsejar, negociar, criticar, pero, ante todo, empatizar para que no se cierre. Empatizar no es darle la razón al otro, es sólo hacerle ver que sabemos cómo se siente.

Butterfly
'Butterfly'
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Cómo reacciona el cuerpo ante la ira. Resulta que cuando nosotros percibimos una realidad en el cerebro, esta pasa del ojo al tálamo, que retiene la información gruesa; de aquí, al neo córtex, que retiene la información detallada y razonada; luego, va a la amígdala (dentro del sistema límbico, sede del miedo y las fobias) A partir de toda esta percepción, actuamos. Si percibimos una amenaza (real o no) la información, se salta el neo córtex, y reaccionamos sin razonar, como en un acto reflejo.

Bueno, lo he explicado pronto y mal para que se entienda por qué es tan importante que cuando notemos que una emoción de miedo, enfado, tristeza... se nos dispara, nos paremos a contar hasta diez, a respirar, nos vayamos cinco minutos...: para dejar actuar al neo córtex y no precipitarnos; probablemente cuando vayamos contando por el 7, nos arrepintamos de lo primero que íbamos a hacer o decir.
Los errores de pensamiento de la ira son el malinterpretar (“lo ha hecho para fastidiarme”), el catastrofismo (“es horrible”), y los “debería” (“tiene que disculparse”, “no me ha tenido en cuenta”…) Cuando los “debería” los aplicamos a nosotros mismos, se genera la ansiedad; cuando los aplicamos a los demás, la ira.
Los errores que nosotros percibimos en nosotros mismos o en otros, cuando pensamos “debería”, pueden deberse a falta de información (él no sabía que yo estaba en la habitación cuando apagó la luz, por ejemplo), el estado emocional (venía cansado de trabajar), obstáculos, falta de recursos (no saber esto), periodo evolutivo de la persona…

Las personas fanfarronas no nos deben asustar; suelen ser personas con muchos “deberías” para los demás. Su fanfarronería nos está avisando de sus deficiencias emocionales.

Ante una situación difícil, en una valoración primaria, cuando sentimos que nos posee la ira, hay que pensar: “¿Qué tipo de exigencias estoy haciendo?”, “¿Merece la pena una reacción de rabia o no?” “¿Hay intencionalidad?”

En una valoración secundaria, detectamos el error negativo y nos damos auto instrucciones como los niños pequeños para modificarlo: “Aunque esté molesto con razón, es mejor controlar los impulsos” Y no olvidarnos del objetivo “Venga, tú puedes con esta situación” Luego, más tranquilos tomamos una decisión (relajación, inmunización al estrés-contar hasta diez-, descarga, confrontación asertiva, negociación…)


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'Malay Lacewing'
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Los elogios. Vivimos en una sociedad muy crítica, que no valora en absoluto los logros; hay que elogiar porque son las caricias psicológicas. Evitando, eso sí, el elogio ambivalente: “Qué bueno está el arroz, no como el pescado de ayer”. Un elogio debe ser sólo un elogio. Más tarde, si quieres, puedes hacer la crítica.

Cuando volví del curso, lo apliqué con Jesús, y ¡funcionó! No quería recoger los juguetes; noté que empezaba a irritarme, me controlé, respiré, y me dije, “Venga, Blanca, tú puedes con esto, va a salir bien” Entonces, lo cogí en brazos, y usé la empatía: “Estás nervioso, preocupado… Te noto inquieto, y veo que vamos a acabar discutiendo” Conseguí que me contase cuál era el motivo de su preocupación (la profe les había dicho que tenían que escribir la carta a los Reyes, y él no sabe…) Hablamos de ello abrazados. Después, recogimos entre los dos de maravilla, y nos fuimos a cenar. ¡Qué gusto!

Extraído de las ponencias de:
Carmen Aldana Rodríguez
José Luis Vázquez Leñero
DEPSIA, S.L.
C/ Zurbano, 58-4ºE
28010 Madrid
91 308 63 65

Lo siento, pero no sé por qué al copiar y pegar, me sale un tamaño y un tipo de letra en cada parte del texto...
Aaaaarrrrgggggggg (en honor a Marta)

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